Alertan de los riesgos del aceite de coco

¿Existe evidencia científica que demuestre lo saludable del aceite de coco?

Redacción | 31/12/2023

En los últimos años el aceite de coco ha cogido fama de superalimento dado el ‘supuesto’ amplio abanico de beneficios que presenta. Para la piel, para el pelo, para el sistema inmunológico, para adelgazar... Se ha recomendado su uso para cocinar o incluso, directamente, consumirlo en ayunas.

Por internet circulan un sinfín de recetas pero, ¿existe evidencia científica que demuestre lo saludable del aceite de coco? La respuesta es NO.

De hecho, un estudio publicado en la revista Journal of Functional Foods muestra que, en un experimento con ratones que recibieron un suplemento oral de aceite de coco extra virgen, los roedores presentaron cambios notables en sus hábitos alimentarios, aumento de peso, niveles de ansiedad e inflamación del sistema nervioso central, entre otras cosas, sugiriendo que, después de todo, quizá podría no ser tan bueno para nosotros como nos han hecho creer en las últimas décadas.

El aceite de coco es un aceite comestible que se obtiene presionando la carne o el fruto dentro de los cocos. Es sólido a temperatura ambiente y líquido cuando se calienta.

Hay dos tipos: virgen y refinado. El aceite de coco virgen viene del coco fresco, mientras que el refinado utiliza el fruto de coco seco, del que se expulsa el aceite, que también se conoce como copra (por eso se le denomina aceite de copra igualmente). Este aceite de origen vegetal se usa como grasa para cocinar y para productos del cabello o lociones.

El aceite de coco está compuesto de un 90% de grasas saturadas, que aumentan el colesterol malo o el de lipoproteínas de baja densidad (LDL); por tanto, posee más grasas saturadas que la mantequilla (64%) o la manteca de cerdo (40%).

Una cucharada de aceite de coco tiene 13,5 gramos de grasa total, de los cuales 11 gramos son grasas saturadas.

EL EXPERIEMENTO

Para el experimento, los investigadores emplearon 60 ratones que fueron divididos en tres grupos que recibieron un suplemento líquido. El primero, como grupo de control, solo recibió agua; al segundo grupo se le administraron 100 microlitros de aceite de coco virgen extra comercial, y al otro, 300 microlitros del mismo aceite de coco.

Las dosis diarias de aceite de coco fueron calóricamente similares a lo que equivaldrían unos 13 gramos de grasa saturada o el 5% de las calorías de grasa saturada para un adulto humano sano; aproximadamente, el equivalente calórico a una cucharada de sopa.

Al final de los experimentos, tras un periodo de ocho semanas, los ratones fueron anestesiados y finalmente decapitados para su estudio hipotalámico.

LO QUE ENCONTRARON

Los científicos observaron, en los ratones que habían recibido el suplemento de aceite de coco, cambios en los patrones de alimentación, incremento de peso, signos de ansiedad y aumento de la inflamación en el cerebro, el tejido adiposo y el hígado. Además, la capacidad de las hormonas metabólicas clave, la leptina y la insulina, para activar los mecanismos celulares responsables de la saciedad y el control de los niveles de azúcar en sangre estaba alterada, estimulándose los mecanismos bioquímicos implicados en la síntesis de grasas.

“Los hallazgos sugieren que, aunque el proceso es lento y silencioso, la suplementación con aceite de coco durante periodos prolongados puede provocar alteraciones metabólicas significativas que contribuyen al desarrollo de obesidad y comorbilidades asociadas”, explicó Marcio Alberto Torsoni, investigador del Laboratorio de Alteraciones Metabólicas (LabDiMe) en la Facultad de Ciencias Aplicadas de la Universidad Estatal de Campinas (FCA-UNICAMP), en el estado de São Paulo (Brasil), y autor principal del estudio.

Para los expertos, no son resultados sorprendentes. Se sabe que los ácidos grasos saturados, el principal compuesto del aceite de coco, promueven la resistencia a la insulina y la leptina, y anteriormente se han asociado con la inflamación y la obesidad.

Aunque esta no es la primera vez que el “lado oscuro del aceite de coco” hace su aparición y queda claro que se trata de una investigación en roedores y no en humanos -por lo que serán necesarios ensayos controlados en estos para obtener resultados definitivos-, los científicos invitan a reconsiderar el consumo de aceite de coco. Torsoni desaconseja el consumo no guiado de aceite de coco y recomienda moderación; usarlo en pequeñas cantidades y alineándose con las pautas dietéticas.

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