Todo sobre la miel, ¿es de verdad tan buena?

Redacción | 26/01/2024

La miel, ese preciado líquido que suscitaba fascinación en el Antiguo Egipto, un fluido viscoso producido por las abejas, hoy en día, no mantiene el mismo misticismo, pero se utiliza como un edulcorante sustituto saludable del azúcar refinado.

Aunque se le atribuyen diversas propiedades nutricionales, en su mayoría carecen de evidencia científica sólida. La miel se emplea principalmente para el consumo humano, aunque también tiene aplicaciones en la industria cosmética.

Existen numerosos tipos de miel, más de 300 en total, que varían según su origen botánico, como la miel de tilo, floral, acacia, castaño, lavanda, girasol, romero, colza, y otros.

Esta diferencia influye principalmente en su color y sabor, pero no tanto en sus propiedades nutricionales. Se puede clasificar en dos categorías: miel cruda y procesada, siendo esta última la que normalmente se encuentra en los supermercados. La distinción principal entre ambas radica en el proceso de calentamiento, que elimina posibles patógenos, así como en el proceso de envasado. Sin embargo, al elevar la temperatura, también se pueden destruir enzimas y antioxidantes beneficiosos.

Durante su transformación desde el néctar de las flores hasta llegar a la botella, la miel experimenta cambios en su composición. Las abejas melíferas recolectan el néctar y, a través de las enzimas en su saliva, descomponen los azúcares para convertirlos en glucosa y fructosa. Luego, en el panal, el contenido de agua se evapora gradualmente, dando lugar a la viscosidad característica de la miel.

Factores ambientales, procesamiento y la temporada pueden tener un impacto mínimo en la composición de la miel. En términos generales, la miel contiene carbohidratos (alrededor de 76,4 gramos por cada 100 gramos), principalmente azúcares simples como glucosa y fructosa, además de agua (con un máximo del 20%), proteínas (0,4 gramos por cada 100 gramos), vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas y polifenoles, como los flavonoides presentes en el polen.

La miel tiene un bajo contenido de agua y una alta concentración de azúcares (aproximadamente 80%), lo que le permite resistir el paso del tiempo prácticamente sin necesidad de procesamiento adicional. "Si encontrara miel guardada en una vasija que tiene cientos de años, podría probarla sin temor a enfermedades o problemas digestivos", afirma Borja Sacristán, historiador especializado en culturas antiguas.

Aunque los azúcares en la miel son higroscópicos y tienen poca agua, lo que dificulta el crecimiento de bacterias y microorganismos, su alto contenido de azúcares hace que muchos nutricionistas coincidan en que no debe ser un alimento de consumo diario.

Es importante tener en cuenta que una cucharada de miel equivale a aproximadamente 6 terrones de azúcar, que es la cantidad máxima diaria recomendada por la OMS. "Aunque la miel no parece ser el mismo tipo de azúcar que el azúcar refinado que encontramos en los sobres del café, en realidad es el mismo compuesto, solo que de forma natural", advierte Concepción Martínez, nutricionista deportiva.

A pesar de que algunos estudios han demostrado propiedades antiinflamatorias de la miel debido a sus antioxidantes, consumirla como edulcorante a diario puede no ser la opción más saludable. Aunque la miel contiene algunas vitaminas del grupo B y C, así como minerales como potasio, calcio, magnesio y fósforo, estos nutrientes se encuentran en cantidades relativamente pequeñas en proporción.

Además, aunque la miel tiene un valor calórico inferior al del azúcar refinado, con 320 kcal por cada 100 gramos en comparación con las 400 kcal del azúcar, algunos productos de miel de supermercado pueden contener aditivos como colorantes, aromas y conservantes, que no son necesarios debido a las propiedades naturales del producto. Por esta razón, expertos como Martínez sugieren que es preferible consumir miel cruda en lugar de procesada.

No es recomendable para diabéticos, ya que la miel es uno de los alimentos más dulces después de los dátiles y tiene un índice glucémico superior al del azúcar. Solo sería adecuada para personas con diabetes en casos de hipoglucemia, cuando se necesita un aporte rápido de azúcares para aumentar los niveles de glucosa en sangre.

Además, la miel no es apropiada para bebés, ya que el calentamiento de la miel, tanto en la variedad cruda como en la procesada, no es suficiente para eliminar las esporas de Clostridium botulinum, que pueden causar botulismo, una infección grave, en los niños. Las esporas pueden germinar en el intestino del niño, lo que puede resultar en insuficiencia respiratoria, visión borrosa y dificultad para tragar.

En resumen, disfrutar del sabor de la miel en momentos especiales, como parte de los ingredientes en repostería, no tiene un impacto negativo en la salud, siempre y cuando no se abuse de su consumo.

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Comentarios

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  • Ui... - 29 de Enero de 2024 a las 23:53
    Una cosa es miel, y otra cosa es esa basura que venden en los supermercados con el nombre de miel. La segunda, 100% que es nociva para el ser humano.
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