El motivo por el que la Torre Eiffel crece todos los años

Redacción | 28/11/2023

En el corazón de París, la icónica Torre Eiffel, erigida hace 131 años, alberga no solo historia, sino también un misterio: crece y se contrae todos los años.

Este fenómeno, vinculado a su estructura de hierro pudelado, revela una impresionante adaptabilidad a las variaciones térmicas del entorno.

Desde su inauguración en 1889 para la Exposición Universal de París, la torre, inicialmente llamada "La Torre de 300 metros", ostentó el título de la más alta del mundo hasta 1931, cuando fue superada por el Empire State Building en Estados Unidos, que alcanzó una altura de 381 metros.

EL MOTIVO DE LOS CAMBIOS EN LA TORRE

Sin embargo, su crecimiento no se detuvo ahí. A lo largo de los años, alcanzó los 330 metros con la incorporación sucesiva de antenas para transmisión de radio y televisión en 1957, 2000 y 2022. Pero, ¿por qué la Torre Eiffel sigue experimentando cambios en su tamaño?

La respuesta se encuentra en el hierro pudelado que la compone y su capacidad para reaccionar a las variaciones térmicas. Cuando las temperaturas suben, la torre puede experimentar una ligera expansión térmica, un fenómeno físico natural que hace que crezca unos milímetros.

¿POR QUÉ CRECE EN VERANO?

Como ha quedado claro, la Torre Eiffel se compone de hierro pudelado, el cual recibe ese nombre porque es un hierro casi puro que se obtiene después de pasar por un proceso de pudelación, y que deja el mineral listo para laminar en placas.

Este era el material más óptimo con el que entonces contaban Gustavo Eiffel y sus ingenieros, los responsables de la construcción de la torre. El hormigón apenas se estaba conociendo, la madera era impensable y la piedra se hubiera derrumbado con el tiempo debido a su propio peso.

Bajo estas circunstancias se escogió el hierro pudelado, pero este elemento contaba con esa característica: reacciona a altas temperaturas. Y como es bien conocido, los veranos en Europa alcanzan temperaturas drásticas. Por esta razón, la Torre Eiffel crece en verano, y este fenómeno se conoce como expansión térmica.

Esta expansión no es solo una cuestión de tamaño; también tiene consecuencias visuales, ya que cuando hace calor, la Torre crece en volumen y se inclina ligeramente hacia el lado opuesto al sol, generando un desequilibrio estético.

Lo anterior ocurre porque el sol no incide directamente sobre todas las caras de la torre, sino solo sobre una, lo que provoca un desequilibrio en la expansión, ya que los otros tres lados permanecen estables debido a la inclinación.

Ahora bien, cuando el día está soleado y el sol llega a la parte superior de la Torre Eiffel, esta parte puede aumentar su curva circular a aproximadamente 15 centímetros de diámetro. Y como si esto no fuera suficientemente peculiar, resulta que la Torre Eiffel pierde centímetros en invierno.

Esto ocurre porque se da el fenómeno contrario. En invierno, cuando el clima se enfría, la contracción térmica entra en juego, y la torre puede perder algunos milímetros de altura.

El fenómeno obedece a leyes naturales del material y es poco perceptible para los visitantes y observadores. En general, estos cambios son naturales y no conllevan riesgos para la solidez de la estructura, que además está diseñada para resistir otras inclemencias climáticas como el viento, la lluvia, la nieve y las heladas.

El viento fuerte, por ejemplo, hace que vibre, pero la torre también fue diseñada para resistirlo. En las ocasiones en que la Torre Eiffel se cierra debido a tormentas, se prioriza la seguridad de los usuarios sobre la propia estructura.

No obstante, y aunque los cambios sean poco perceptibles y no impliquen riesgos, el equipo a cargo de la Torre Eiffel siempre está monitoreando sus variaciones.

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