Miedo a las grietas y una bolsa preparada en la puerta, el día a día en 420 viviendas de Badalona

"Si tuviera una segunda residencia me iba pero al no tenerla me tengo que quedar"

EFE | 25/02/2024

Imagen de los desalojos del pasado 14 de febrero en Badalona (Barcelona)- EFE

La vida de muchas familias de las 420 viviendas de los 22 edificios de la promoción que se derrumbó en la calle Canigó de Badalona transcurre, desde el día 6, entre la angustia de escrutar en las paredes de sus casas por si aparecen grietas y una bolsa preparada en la puerta.

La mayoría de los residentes de los edificios, construidos en los años 50 y que se distribuyen en forma de U en la manzana formada por las calles Canigó, Ausiàs March y Llefià, siguen en sus casas, aunque algunos de ellos tienen una maleta preparada ante el temor de que pueda haber más desalojos.

La pesadilla comenzó el pasado 6 de febrero, cuando el número 9 de la calle Canigó de Badalona se derrumbó parcialmente y provocó tres muertes: una mujer de mediana edad que vivía sola y vendía cupones de la ONCE, una madre de dos niñas pequeñas sin más familia en la zona, y el padre de un bebé de pocas semanas.

El derrumbe provocó que, una semana más tarde, los vecinos del número 7, colindante al que se hundió, tuvieran que ser desalojados tras la aparición de unas grietas, a los que se han sumado en los últimos días los del 11, también adyacente al que colapsó, y los del 5.

Los cuatro edificios desalojados -el derrumbado y los tres agrietados- suman 80 viviendas, y aunque la mayoría de los vecinos que viven en ellas han podido encontrar alojamientos por su cuenta, algunos han requerido de la ayuda del ayuntamiento para tener un techo donde dormir.

Mientras duran los trabajos de inspección en los edificios desarrollada por la empresa que ha contratado el ayuntamiento, muchos vecinos que siguen en sus casas viven con miedo, con el deseo de que todo pase y con la mirada puesta en las paredes por si tuvieran que dar de nuevo la voz de alarma.

Varios vecinos han expresado que están atentos a cualquier grieta que pueda aparecer en sus casas, y todos coinciden en la incertidumbre y la angustia que esta situación les genera.

"Si tuviera una segunda residencia me iba pero al no tenerla me tengo que quedar", ha expresado una vecina del número 15 de la calle Canigó, que ha detallado que tiene preparada una maleta "con mudas de urgencia y cosas personales" por si tuvieran que desalojar rápido su edificio.

Ha relatado además que, al menos en su escalera, los vecinos cuentan con un grupo de WhatsApp para coordinarse y para que si alguno detecta alguna fisura u otro elemento que pueda parecer preocupante pueda avisar a los demás y dar la voz de alarma.

Por su parte, Ana, vecina del número 1 de la calle Canigó, ha detallado que tiene una maleta con "documentos, una muda y cosas que aprecia", aunque todos en la finca están deseando que tras las inspecciones les digan "que no hay nada" y puedan así respirar tranquilos.

"Todo el mundo está en que si tengo una pequeña grieta...", ha manifestado otro residente afectado, en esta ocasión, del número 5, el último bloque en ser desalojado, quien también ha subrayado que para algunos vecinos esta situación supone un golpe añadido porque llevan viviendo allí desde siempre.

El vecino, que en la actualidad está en casa de una familiar, asiduamente se desplaza por la zona por si hubiera alguna novedad, algo que de hecho explica mientras se toma un café en la terraza de un bar de la misma calle, junto a otro amigo que vive en un piso del número 2 de la calle Llefià, que hace esquina con Canigó.

Su amigo, que vive con el temor de ser desalojado, tiene documentos importantes localizados y preparados por si tuviera que abandonar su hogar, pero sin una maleta preparada, algo que para él "es coger una bolsa, poner cuatro cosas y ya está".

Además, ha añadido que en su escalera hay intranquilidad: "Hoy nos dicen que estamos aquí (en sus domicilios) y mañana que estamos en otro lado (evacuados)".

El temor de los vecinos contrasta con el ambiente de la calle Canigó y sus alrededores, que han recuperado la tranquilidad -no son arterias de la ciudad- tras semanas de un fuerte despliegue de efectivos de emergencia y una elevada afluencia de periodistas para seguir las últimas novedades de la tragedia.

Mientras la angustia vecinal permanece y cuatro edificios siguen precintados, las administraciones tratan de buscar soluciones para los afectados -aunque el ayuntamiento ya se ha avanzado con algunas medidas-, a la vez que continúa la investigación judicial por la finca derrumbada con tres fallecidos.

Por otra parte, el comité de crisis creado por el departamento de Territorio de la Generalitat hace unos días y que ha incorporado, entre otras administraciones, al Ayuntamiento de Badalona, celebrará este lunes una reunión en la ciudad para analizar las consecuencias de la tragedia y estudiar posibles actuaciones.

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